ELS PROCESSOS DE BRUIXERIA AL LLUÇANÈS 1618-1620
RAMON VINADER I NUBAU
Aquest any commemorem el 400è aniversari dels processos de bruixeria que van esdevenir al Lluçanès i més concretament a la capital de la sotsvegueria, Sant Feliu Sasserra. És un bon moment per reflexionar sobre els fets de fa quatre-cents anys i per estudiar i difondre la nostra història.
A Sant Feliu Sasserra, des del 2008 (l’1 de novembre farà deu anys de la seva inauguració), funciona el Centre d’Interpretació de la Bruixeria, un dels primers centres d’interpretació de la Catalunya Central, que difon la història i la geografia del país, especialment dels esdeveniments del segle XVII.
La commemoració dels 400 anys dels processos ha de servir per rellançar el Centre i els diversos itineraris i rutes i afavorir l’estudi i difusió de tot allò que fa referència a la manera de viure i pensar d’aquelles dones ( i homes) que van marcar una època en la nostra societat.
Els fets ens han arribat gràcies a un procés judicial "la causa processal més completa que es conserva sobre bruixes catalanes i una de les més interessants d'Europa de cara a l'estudi de la bruixeria en general" segons Lluís Orriols.
Com ens ha arribat aquest document? Sabem que Ramon Vinader i Nubau, advocat i professor de dret el va donar a Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912), entre altres documents, aquests processos del Lluçanès, quan Menéndez Pelayo preparava la seva obra Historia de los Heterodoxos españoles.
En aquesta obra, Menéndez y Pelayo en fa referència:
"Fuera empresa fácil,
pero no sé hasta qué punto útil, reunir noticias de procesos de brujería. Hay
en todos ellos una fatigosa monotonía de pormenores, que quita las ganas de
proceder a más menuda investigación. En España su escasez los hace algo más
estimables. Yo poseo tres o cuatro, y no de la Inquisición todos. El más
curioso es contra ciertas brujas catalanas de la diócesis de Vich en 1618 y
1620. Arnaldo Febrer, procurador fiscal de la curia de la Veguería de Llusanés,
denunció al veguer que «pocos años antes habían sido sentenciados a muerte muchos
brujos y brujas en Urgel, Segarra y otros puntos del Principado, todos los
cuales habían sido conocidos por una señal que tenían en el hombro, con la cual
marcaba el demonio a sus secuaces», hábiles todos en hechizar y matar niños,
transportarlos de unas a otras ciudades y villas, envenenar y matar bestias,
dar y quitar bocios, sustituir el agua bendita de las pilas de las iglesias con
agua sin bendecir. Y, sospechándose que en la dicha villa de San Felíu había
otros malhechores semejantes, procedióse a examinar a tres mujeres: Marquesa
Vila, de oficio partera; Felipa Gallifa y Monserrata Fábregas, alias Graciana,
mojándoles la espalda con agua bendita, y encontrándoles la consabida
señal. Esto bastó para que se les condujese a las cárceles reales de la villa y
diera comienzo el proceso, que por no ser inquisitorial, sino del foro
ordinario, abunda en refinamientos de ignorancia y barbarie, prodigándose,
sobre todo, el tormento con lastimosa prodigalidad. Uno de los testigos dijo
que las brujas tenían grano de falguera y que con pedriscos y
tempestades destruían los frutos de la tierra. Otro declaró que con sus trazas diabólicas
sustituían y secuestraban los niños, de tal suerte que «quien piensa tener hijos
propios, los tiene de morería y otras partes». A consecuencia de esto y de las
sabidas acusaciones de cohabitación con el demonio y demás impurezas y
bailoteos del aquelarre, la justicia secular torturó a Juana Pons, a la Vigatana,
a Juana Mateus, a Rafaela Puigcercós y a otras muchas, y, arrancándoles las
confesiones por aquel execrable sistema de procedimientos, acabó por decir «quod
suspendantur laqueo per collum, in alta furca taliter quod naturaliter
moriantur, et anima a corpore separetur»2105.
2105 Me regaló los autos de esta causa mi amigo D. Ramón Vinader.
Vinader es traslladà a Madrid on intervingué en política i col·laborà en diverses publicacions. "Vinader va néixer a Vic l’any 1833. El seu pare era
farmacèutic. Tota la seva família es va mostrar reialista en els esdeveniments
de 1827, per la qual cosa des de molt petit va adquirir la seva visió política.
Va estudiar a Vic, a Barcelona i a Madrid on es doctorà en
dret. Es presentà i fou escollit diputat per les Balears l’any 1867 en el
regnat d’Isabel II.
Per veure la ideologia de Vinader cal veure que la primera
vegada que va parlar al Congrés ho va fer per defensar una proposició per
traslladar a Alcalá de Henares la Universitat Central de Madrid, amb la
finalitat d’aïllar la joventut inexperta dels perills de la immoralitat.
Després de la Revolució de Setembre va esdevenir un dels
principals representants del partit tradicionalista i va ser escollit diputat
per Vic a les eleccions de 1871
Obres:
Lecciones sobre el arte cristiano
Arqueología cristiana,española
Hem fet un recull de la seva vida i obra per conèixer millor aquest representant del Cercle Literari de Vic:
Los Diputados pintados por sus hechos: Colección de estudios biográficos sobre los elegidos por el sufragio universal en las Constituyentes de 1869
Roque Labajos.
D. RAMON VINADER. Los impugnadores de la 'revolucion de Setiembre, los que, impulsados por el despecho ó alucinados por rancias preocupaciones, insultan ó miran con recelo las conquistas realizadas en este país por un esfuerzo supremo de patriotismo, no podrán menos de confesar, si oyen la voz de su conciencia , que es digno de admiracion y respeto el espectáculo que presenciamos hace diez meses. Abandonado el país en los primeros dias de la revolucion á su propia voluntad, sin leyes por que regirse, sin autoridades que pudieran reprimir los abusos, se creó una situacion, no de excesos, no ,de desmanes, no de represalias, sino de órden, de entusiasmo, de moralidad; y por uno de esos fenómenos que solo presenta la historia de los grandes pueblos, ni uno de los delitos que constantemente registra la crónica diaria hubo que lamentar, porque cada ciudadano era en aquellos momentos representante de la seguridad in- dividual, de la ley moral, de la justicia. Y tras del período de descomposicion llegó el de reorganizacion; y todas las fuerzas vivas del país tomaron parte en la nueva obra; y la opinion se manifestó libre y espontánea bajo todos aspectos; y la prensa se presentó cual nunca digna y levantada; y convocados los comicios, todos los intereses tuvieron representacion en el Congreso nacional. Allí estaban los defensores de la unidad y de las preeminencias de la Iglesia católica,, los partidarios de la monarquía tradicional, los conservadores, los progresistas, los demócratas; y en el órden social, desde la aristocracia hasta el pueblo jornalero, la agricultura, la industria , las artes , las ciencias, las letras, representantes en fin de todos los elementos que contribuyen en mayor ó menor escala al desarrollo progresivo de la actividad humana. Ante estos hechos, que revelan la justicia reemplazando al monopolio, la moralidad política sustituyendo á los abusos gubernamentales, la libertad de todos al privilegio de algunos, no tienen, no pueden tener fuerza los lamentos, las protestas con que en vano procuran hacer efecto en el país los que lloran la vergüenza de una derrota ó los que aspiran al triunfo de ideas que la civilizacion rechaza. Aparte de estas consideraciones, encontramos legítimos los esfuerzos que han hecho todos los partidos para llegar al poder por las vías legales, y digna es de consideracion la campaña que ha emprendido en las Córtes la minoría católica combatiendo la libertad de cultos, que los partidos liberales creen necesaria para consolidar las conquistas revolucionarías: es tanto más digna de respeto la actitud de aquella minoría, procurando interpretar el sentimiento religioso de los pueblos, cuanto que ha luchado en buena ley, sin otro móvil que las inspiraciones de su conciencia. Forma parte de esta minoría D. Ramon Vinader, jóven catalan, que ha tomado asiento por segunda vez en el Congreso español, representando la circunscripción de Vich. Nació en humilde cuna el año de 1833 en Vich, ciudad de la província de Barcelona, habiendo hecho sus primeros estudios en aquel Seminario, y pasando después a Barcelona, donde empezó la carrera de abogado, que terminó en la Universidad central. Honra en alto grado á Vinader la circunstancia de haber seguido su carrera á fuerza de constancia y de trabajo, teniendo que ganarse la subsistencia escribiendo para el público y dando lecciones particulares de las materias que ya habia aprendido, sin desatender por eso sus estudios y en medio del rigor de la enseñanza oficial, que hacia obligatoria la asistencia diaria á la cátedra. Y es tambien digno de aplauso que, en medio de esta azarosa existencia, se haya distinguido por sus adelantos en todas las asignaturas que cursaba, consiguiendo ganar en oposicion, libres de gastos, los títulos de licenciado y de doctor. Un año despues de concluir su carrrera, ya habia adquirido fama de jurisconsulto, de escritor y de orador. Su bufete le habia proporcionado honra y provecho. Sus escritos eran muy solicitados por la prensa, especialmente por la católica; y como orador brillaba en la sociedad que, con el titulo de La Armonía, se creó en Madrid para discutir, en oposicion á la idea revolucionaria, los problemas más importantes del arte y de la ciencia. En esta sociedad pronunció unas eruditas y elegantes lecciones acerca del arte cristiano, que llamaron por más de un concepto la atencion pública. Copiaremos como prueba las siguientes frases, en que establece el contraste entre el pagano habitante de Roma y el cristiano morador de las catacumbas:
«El uno vivia entregado á los
placeres, el otro a la penitencia y mortificacion. El primero habia olvidado la
pobreza, el segundo la habia santificado. Roma vivia por la esclavitud, y se
llamaba libre; el cristianismo no hablaba de libertad, pero habia venido á
romper las cadenas de la esclavitud. Entre los romanos, el hombre habia perdido
el sentimien to de su propia dignidad, mientras cada cristiano, aun de las
ínfimas clases, tenia conocimiento de su altísimo fin. Entre los unos era amada
y enaltecida la mujer, entre los otros vilipendiada; el pueblo romano carecía
de familia, el cristiano la tenia fundada sobre bases celestiales.» Convocadas
Córtes en 1867, Vinader fué elegido diputado por el distrito de Vich, figurando
en aquel Congreso en actitud benévola al gobierno, pero con la más completa
independencia, como cumplía á un hombre que nunca, por nadie ni por nada, se
subordina más allá de lo conveniente al país ó de las inspiraciones de su
conciencia. Verdad es que Vinader aparecía confundido con las huestes del
gobierno; pero esto consistía en que el partido moderado se habia inclinado
hacia el absolutismo de tal modo, que más que partido constitucional parecía
refuerzo del tradicionalista. Allí estaban reunidos en amigable consorcio los
monárquicos para quienes el trono es el símbolo de la autoridad, y los que
siempre lo han considerado como la autoridad misma. Atendiendo Vinader a las
cuestiones morales más que á las exclusivamente políticas, provocó en el último
Congreso del reinado de Isabel II una cuestion que, aunque insignificante al
parecer, es de inmensa impor tancia. Deseaba el diputado católico que la
Universidad central fuese trasladada á Alcalá de Henares, como medio de aislar
á la juventud inexperta de las asechanzas de la inmoralidad. Si no obtuvo el
resultado que apetecía, no por eso fué ménos digna de aplauso la proposicion,
que fué defendida, y debemos consignarlo, razonada y elocuentemente. En las
Córtes Constituyentes ha sido Vinader el primer adalid que ha salido á la
defensa de la religion y de las comunidades suprimidas por el gobierno,
cumpliendo fiel y lealmente con los deberes que se impuso al aceptar los sufragios
de sus electores. Habló tambien en contra del voto degracias concedido al
Gobierno provisional en la discusion del acta del Sr. Muzquiz, diputado electo
por Navarra; en la de los artículos referentes á la libertad de cultos, en
apoyo del voto de censura presentado contra el diputado Sr. Suñer, y en otras
importantes discusiones. En la imposibilidad de dar á conocer todos sus dis
cursos, nos limitaremos á copiar algunos trozos del que pronunció defendiendo
una enmienda al art. 17 de la Constitucion, pidiendo que no se exceptúe á las
órdenes monásticas del derecho de asociacion y se las consigne la facultad de
adquirir y poseer. «Señores diputados: Antes de que principiara la discusion
del art. 14 del proyecto tuve la honra de presentar una enmienda, en la cual
solicitaba alguna extension ó aclaracion respecto al derecho de propiedad: no
me fué posible apoyarla por estar ausente del salon en el momento en que debia
hacerlo, y esto me ha obligado á presentar otra enmienda que tiene cierta
relacion con aquella. »Dos partes contiene la enmienda que tengo la honra de
sostener, y cuya lectura acaba de oír el Congreso; la primera se refiere a la
libertad de las asociaciones, y la segunda al derecho que tienen las personas
juridicas de adquirir y poseer libremente bienes muebles ó inmuebles. Por lo
que se refiere al primer punto, creo que tengo que decir muy pocas palabras,
porque juzgo que no esta muy lejos del ánimo de la comision el admitir en su
espíritu la enmienda, y cuando ménos, estoy seguro de que no vacilara en
declarar que esta verdaderamente comprendida la ampliacion que yo propongo en
las palabras que la comision ha puesto en el artículo. Afortunadamente no
existen hoy las preocupaciones que en otros tiempos habia excusas y pretextos
para combatirlas, que hoy han desaparecido: habia quien decía que no se oponía
á este manifestacion de la libertad humana; pero que puesto que las asociaciones
monásticas eran hijas, no del derecho comun, sino del privilegio, reclamaba por
el derecho de igualdad que vivieran todas ó cesaran ios institutos católicos.
»En el dia de hoy no puede decirse esto , y ménos podrá decirse aun el dia en
que este proyecto sea ley: la libertad será igual para todas las asociaciones;
no serán las religiosas hijas del privilegio sino de la legalidad comun.
»Entiendo yo que habia grande error en suponer hijas del privilegio á
muchísimas de estas asociaciones monásticas; pero como quiera que sea , hoy habeis
de ser consecuentes con los principios que sentais en vuestra obra, y tendreis
que prescindir de la odiosidad y la preocupacion con que se miraba esta
manifestacion de la libertad. Yo creo que como no sea por odio al catolicismo,
nadie lo puede tener hoy á las asociaciones monásticas, á no ser quien ignore
la historia, quien desconozca la multitud de beneficios que estas asociaciones
han derramado sobre la sociedad, quien no sepa ó quien no tenga ánimo bastante
levantado para comprender la sublimidad y la grandeza de los héroes que
poblaban la Tebaida y los desiertos de la Arabia, de la Siria y Pales tina;
quien no sepa que bajo las sombrías bóvedas del cláustro se conservaron despues
de la invasion de los bárbaros los tesoros del saber del mundo antiguo para un
mundo moderno, que tan ingrato habia de ser con los conservadores de la ciencia
en que cifra su orgullo; quien ignore que en todas las evoluciones de la
humanidad, si me es lícito usar esta expresion, que en todas las situaciones de
las sociedades y en el movimiento de todos los siglos, la Iglesia, en su
fecundidad admirable, ha puesto, puede poner y pondrá remedio á cada una de las
ne cesidades humanas.
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»Yo ofendería á los señores diputados si
creyera que necesitan que les explique la historia de las misiones, la historia
de las órdenes dedicadas á la enseñanza, y especialmente si dijese siquiera una
palabra de los centenares, de los millares de órdenes religiosas de ambos sexos
que se han dedicado y se dedican á la beneficencia. »Pero por si se me objetara
que las órdenes monásticas fueron necesarias en otros siglos, mas no en el
presente, diré que las necesidades del mundo no han concluido, y que así como
las órdenes monásticas han sido remedios de grandes males pasados, bien pueden
serlo tambien de los presentes y los que todavía nos amenazan, que no se han
agotado todavía los tesoros de amor de la Iglesia ni su divina fecundidad. '
»Me contestarán tal vez los señores de la comision: ¿No admitimos todas las
asociacionas que tengan por objeto realizar los fines de la vida humana y no
sean contrarias á la moral pública? jAfa, señores diputados! La triste
experiencia me enseña que para el liberalismo no bastan insinuaciones, no son
suficientes las reglas generales, sino que se necesita (permitidme lo vulgar de
la expresion, que no me ocurre otra en este instante), se necesita atarle corto
para que no se revuelva contra el catolicismo. »¿No ha modificado la comision
una palabra del preámbulo de la Constitucion, confesando, despues de una
oportuna advertencia del señor obispo de Jaen, que no viene á crear justicia ni
derechos, sino solo á declarar una y otros? Los derechos que se llaman
individuales, ¿no existían mucho antes que la Constitucion los declarara,
puesto que no se los debemos á ella, sino á nuestra propia naturaleza? »Pero
hay más: la revolucion de Setiembre se ha vanagloriado de haberlos proclamado
antes que la Constitucion los estableciera: esos derechos existían por un poder
algo más elevado que el de esta Cámara, algo más elevado que la revolucion de
Setiembre; existían por la naturaleza, y sin embargo, han sido hollados por el
Gobierno provisional. ¿En adelante no lo serán? ¿Tenemos la seguridad de que
los ministros, que no han respetado el derecho de la naturaleza, respetarán el
de la Constitucion? ¿Es posible que tenga más respeto á la Cámara que al autor
de estos derechos, que están en nuestro corazon, al derecho humano que al
divino? »De todos modos, conviene que haya claridad, por que yo sospecho, sin
temor de equivocarme y de que nadie me tache de demasiado suspicaz, que no
hemos de tardar mucho tiempo en ver prohibidas asociaciones que están perfectamente
dentro del artículo del proyecto constitucional. Muéveme á sospecharlo así el
ver lo que se ha hecho en esta última época, en que ya se habia proclamado la
libertad de asociacion, disolviéndose muchas asociaciones que no eran
contrarias A la moral pública, como por ejemplo, la de los jesuítas y la de San
Vicente de Paul, donde se reunían 20.000 españoles para gastar algunos millones
en socorrer á 60.000 familias pobres de las conferencias, y enseñar las
primeras letras á millares de niños y adultos. »Despues de esto, ¿podremos
tener la seguridad de que semejantes actos no volverán á repetirse? Para tener
esa seguridad, yo suplico á los señores 'de la comision que acepten al ménos
esta parte de mi enmienda, para que conste de una manera expresa, clara y
terminante que las asociaciones católicas no quedan en manera alguna exceptuadas
del derecho que á las demás concede el proyecto. »Siento que no estén aquí los
señores ministros de Gracia y Justicia y de la Gobernacion; pero me alegro que
esté presente el de Fomento, quien podrá presumir su voluntad y decirnos qué es
lo que en esta materia piensa el Sr. Romero Ortiz. Tal vez la pregunta que
ahora se me ocurre no sea muy dis- creta, por ser demasiado evidente la
contestacion. ¿Quién es más, el poder ejecutivo ó esta Cámara? Un decreto
publicado por los señores ministros, ¿podrá sobreponerse á un acuerdo contrario
del Congreso? Creo que la Cámara y los ministros me dirán que no. En este caso,
yo me felicito, yo felicito á los partidarios de esta revolucion, porque se
quita uno de los motivos que para odiarla tienen sus enemi gos. Aceptada la
libertad de asociacion completa, quedan reparadas las injusticias del ministro
de Gracia y Justicia al suprimir lo que no podia; que da derogado el extraño
decreto del de la Gobernacion, que limitaba las asociaciones, no por la moral
pública, sino por la residencia de los jefes de ellas. »No recuerdo esto en son
de guerra ni de queja. En su dia, cuando se discuta el proyecto de ley
convirtiendo en leyes los decretos del Gobierno provisional, examinaremos estos
abusos de su poder, lo cual habríamos hecho ya, interpelándole sobre el decreto
de disolucion de las conferencias y expulsion de los jesuítas, si no ofreciera
tan buena ocasion el proyecto indicado. »Entro ya en la segunda parte de mi
enmienda, relativa al derecho que las personas jurídicas tienen de adquirir y
poseer bienes muebles é inmuebles. Sé que los precedentes revolucionarios no
abonan mucho esta mi pretension; pero aparte de que yo no he de discurrir ni
hablar con criterio revolucionario, veo que la revolucion actual presenta
ciertos caractéres, por los cuales se ve obligada á rendir culto á la justicia
en cosas en que las anteriores revoluciones la han hollado. . »Las revoluciones
de 1821 y 1835 no tenían propiamente ninguna doctrina ni sistema determinado,
puesto que no habían nacido de la universidad, sino habian nacido engendradas
en los clubs é inspiradas en el ódio que las sociedades secretas han tenido y
tienen á todas las instituciones católicas. »Los hombres más importantes,
deseando despojar á la Iglesia de sus bienes, buscaron un pretexto cualquiera,
echaron mano de las trasnochadas doctrinas regalistas, las vistieron con la
máscara de una falsa economía política, consumaron aquel atentado, mancha
original del sistema representativo, la desamortizacion eclesiástica. La
revolucion actual parece que ha tenido aliados de un género distinto al de los
que habian tenido las anteriores revoluciones. Indudablemente la universidad ha
tenido una parte en la situacion actual, si no como principal motor, al ménos
como auxiliar de los cañones y bayonetas, sobre todo despues del triunfo.
»Despojada la Iglesia, satisfecho el ódio, saciada la codicia, cuando ya no
habia apenas qué desamortizar y se habia restablecido algo la serenidad y la
calma en los espíritus, los maestros de nuestras universidades principiaron á
enseñar que las asociaciones, cuando eran hijas, no de la ley, sino de la
naturaleza, tenían una falcultad de adquirir tan segura y clara como cualquier
particular. Jurábase entonces por la santidad de la ciencia, de la sinceridad
de las convicciones , de la verdad esa doctrina, y se protestaba que se haria
en su dia todo lo posible para que la misma triunfase. »¡Vanas esperanzas!
Hasta ahora no he visto un respeto mayor del que antes habia á la propiedad de
la Iglesia y de las asociaciones monásticas. Yo veo ahora ejecutarse con el
nombre de incautaciones lo que antes se llamaba desamortizacion, y consumarse
los mismos hechos que antes se reprobaban. Yo veo, en fin, que quien no es el
dueño, que el Estado se ha apoderado, no solo de tesoros inapreciables, sino
tambien de los papeles, libros, sillas, bancos que habia, por ejemplo, en las
conferencias de San Vicente de Paul, y que constituían el patrimonio, no de
ellas, sino de los pobres. Por esto yo deseo que el Congreso acepte mi enmienda,
para que la propie dad no esté al alcance de la arbitrariedad ministerial y
para que las asociaciones tengan la facultad de adquirir. »¿La tienen por
derecho? En buena filosofía, ¿se les debe conceder? No trataré de demostrarlo
para aquellos que no profesan doctrina ni teoría alguna. Claro es que no aludo
á los ilustrados individuos de la comision ni á ningun diputado en particular:
aludo á los partidos que carecen de doctrina y de principio: al progresista y
al unionista. »Pero los que hayan meditado algo acerca de la grave cuestion del
derecho de propiedad y hayan inquirido sus fundamentos, no podrán negarme que
si se concede á la propiedad el empírico fundamento de la ocupacion, igual
derecho hay para concedérse la á las asociaciones que á los particulares; pero
si se cree que la propiedad es hija del trabajo, como lo creen, si no la mayor
parte, algunos señores de la comision, entonces las asociaciones, no solamente
pueden alegar igual derecho al mayor de los particulares, sino, hablando de las
eclesiásticas, pueden presentar un derecho y unos títulos á los cuales los de
ningun particular pueden igualar, ni asemejarse siquiera.
»La historia de la propiedad
eclesiástica, sobretodo en los primeros tiempos de la Edad Media, es un
testimonio irrebatible de la admirable laboriosidad con que la Iglesia adquirió
bienes muebles é inmue bles, y se enriqueció en cambio de la paz, del bienestar,
de la moderacion de costumbres, de los tesoros de ciencia y de las flores de
arte que derramaba sobre aquellas generaciones bárbaras, preparando el camino
al glorioso renacimiento que habia de venir al llegar el siglo XIII; y si
todavía no bastaran esos trabajos morales é intelectuales, en cambio de los
cuales obtenía riquezas, podría robustecer el derecho de propiedad de la
Iglesia el trabajo mate rial y manual del monge artista, que trazaba el de los
soberbios edificios; del monge albañil, que tallaba y colocaba con sus propias
manos los sillares del templo y del monasterio bizantino; del monge agricultor,
que desecaba los pantanos, roturaba los eriales y poblaba de vegetacion las
desiertas llanuras; del monge ingeniero, de un Santo Domingo de la Calza da,
que levantaba puentes, abria calzadas, encauzaba los rios, dando vida y aliento
y animacion con el trabajo y el ejemplo, no solo al pechero, que dejaba la
lanza para empuñar el arado, ó los instrumentos de un oficio que iba á ejercer
en la villa que se formaba á la sombra del monasterio, sino tambien á los señores,
que se preparaban á dejar los castillos feudales, que coronaban la cima de las
montañas, para bajar a los llanos á participar de la vida y animación de las
nacientes ciudades. -< »Y tened en cuenta, sobretodo, al conceder la facultad
de adquirir á estas asociaciones, que trato de asociaciones que no deben su origen
á las leyes, sino que tienen su existencia natural, que realizan un fin
necesario de la vida del hombre, y que son tan respetables en sus creencias,
segun las cuales derivan de la voluntad divina, como en vuestras teorías, segun
las cuales son consecuencia de derechos ilegistables. »Yo creo que esto haya
sido un descuido de la comision: no puedo suponer que haya sido miedo, y ménos
lo puedo suponer despues de haber oido las palabras terminantes, expresas, del
Sr. Rios Rosas, muy duras, pero más justas que duras, cuando trataba de la
propiedad de la Iglesia. Oid las palabras del eminente orador: «Hemos arrebatado
sus bienes al clero, absolutamente todos sus bienes; le hemos arrebatado su pro-
piedad, que es sagrada; su propiedad, que es tan sagrada como la que posee el
Sr. Castelar; porque yo no hago ni quiero hacer esa distincion doctrinaria que
veo hacerse en estos bancos entre la propiedad individual y la propiedad
colectiva; para mí toda propiedad es verdadera, toda propiedad es sagrada: y ai
el clero tenia una propiedad y se le ha arrebatado, ¿no tenemos el deber de
indemnizarle de ella? ¿No tenemos el deber perfecto, no tenemos el deber civil,
no tenemos el deber de pundonor, no tenemos el deber de vergüenza, de
indemnizarle por aquella propiedad?» »Hagamos que el derecho sea respetado;
olvidemos el curso que en nuestros vanos cálculos ha de seguir la riqueza; que
si respetamos la justicia, estad seguros, señores diputados, lo demás nos será
dado por añadidura.» Vinader, tradicionalista en política y religion, es
demócrata en sus costumbres y tiene un corazon noble y generoso. Respetemos,
pues, las preocupaciones del hombro público y saludemos con cariño al virtuoso
ciudadano.
Vinader Nubau, Ramon Vic (Osona), 1832 - Madrid, 1896
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